Las
falacias pueden entenderse como falsos razonamientos, engaños o manipulaciones
del lenguaje. Además, son muy comunes en la especie humana. Pero,
¿cumplen algún papel dentro de nuestra sociedad? Si no lo hacen, ¿por qué las
mantenemos?
Entendamos que en una época como
la que vivimos es necesaria la innovación interdisciplinar y la búsqueda de
nuevas soluciones en todos los ámbitos:
tecnológico, ético, médico… Pero vayamos más allá y veamos que para que todas
estas disciplinas adquieran cierta solidez y puedan conseguir un auge es necesario
el intercambio de ideas entre ellas, es decir, no basta con conseguir buenas
soluciones a nuestras enfermedades si luego tenemos políticos que no dan
importancia a la salud de la sociedad y no permiten que estas se desarrollen.
Por tanto, ¿qué ocurre cuando el
lenguaje está lleno de falacias? No hay comunicación veraz, lo que interfiere
en las relaciones entre los diferentes aspectos y campos disciplinares.
Por otra parte, cabe remarcar que
las falacias proliferan especialmente en el ámbito de la política y el mundo
empresarial. De hecho, un político o un empresario deben saber moverse sobre
una tierra resbaladiza y llena de minas y ser capaces de desmontar estas
falacias para dejar paso a la búsqueda de la verdad y del bien común.
Preguntémonos por qué tienen
tanto éxito las series sobre abogados. La necesidad de encontrar las pruebas,
demostrarlas con sólidos argumentos, la importancia de hacer ver a un juez las
falacias de los acusados, de saber desmontarlas, de plantear preguntas para
comprobar la veracidad de lo que nos dicen… Tal vez tengan el mismo éxito en la
vida real. Sin embargo, para impedir que seamos engañados por ellas, se
necesita la familiaridad con estos errores y la habilidad para identificarlos y
analizarlos.
Por eso es necesario que
conozcamos los tipos de falacias que hay y que sepamos identificarlas a través
del diálogo. Porque, a mi juicio, aunque haya situaciones en que seamos nosotros los que podemos manipular nuestro
mensaje, tenemos que estar siempre preparados para poder segregarlas de nuestro
lenguaje, porque, si recordamos, la condición inicial para establecer un
diálogo (que volviendo al inicio de nuestra redacción permita las influencias e
interferencias disciplinares) es la voluntad de búsqueda de la verdad, por lo
que si no es nuestra intención será bastante difícil llegar a soluciones
adecuadas al desarrollo que tanto estamos intentando conseguir.